Tomarse los wargames de otro modo
Hace cinco años, cuando retomé con fuerza este hobby de los wargames (principalmente Warhammer Fantasy y todo lo que gira alrededor de Games Workshop), escribí un pequeño texto preguntándome si la escena del hobby era realmente para mí.
Hoy, con algo más de experiencia vital y en el mundillo, quiero reescribir aquellas reflexiones para inaugurar este nuevo blog.
¿Un blog en 2025? Sí, ¿qué pasa? Necesito un espacio donde soltar mis turras, y ni Threads ni Instagram sirven para ello. Este lugar será mi refugio.
¿Y si este hobby no es para mí?
Si alguna vez habéis sentido que lo vuestro no encajaba en este mundillo, que preferíais pintar antes que jugar, o que os daba miedo empezar porque ganar parece casi imposible y frustrante… dejadme deciros algo: no estáis solos.
Eso no significa que este hobby no tenga sitio para vosotros. Creedme: hay un lugar tanto en la mesa de pintura como en el campo de batalla.
El cambio de ritmo
Si empezasteis hace más de 15 años, seguro que lo recordáis: este era un hobby de paciencia. Coleccionar un ejército llevaba tiempo, y pintar un regimiento de 25 espadachines imperiales podía costar semanas, incluso un mes entero. Y lo aceptábamos. Que demonios, ¡coleccionar algo implica tiempo!
Hoy todo es distinto. Muchos quieren resultados inmediatos: comprar ejércitos hechos, pintarlos a toda prisa (hola, speed paints y contrast) o directamente encargarlos y lanzarse a competir.
Eso no es para mí.
Para mí la magia de este hobby está en la pausa: en dedicar una tarde entera a tres miniaturas, en jugar partidas de cuatro horas sin mirar el reloj, en tardar un año en aprender a usar un ejército. Para mí, esto es un espacio para relajarme, no para seguir el mismo ritmo vertiginoso que marca la vida diaria.
El hobby frente a la velocidad del mercado
Es normal: las empresas siguen la demanda de un mercado rápido y competitivo. Y eso implica que siguen el ritmo vertiginoso de esta sociedad ultracapitalista en la que vivimos. Pero eso significa que los juegos se han vuelto más breves, más dinámicos y, paradójicamente, más caros. Cada vez usamos menos miniaturas… pero pagamos mucho más por ellas (el win win ha sido Old World, miniaturas a mansalva a precio de oro).
Yo no busco eso.
Quiero un hobby que me permita contar historias, disfrutar del trasfondo y dar vida a personajes inventados que lideran mis ejércitos.
Valga como anécdota que resuma lo expuesto en este apartado: un chico con el que empezamos a jugar a Mordheim en una asociación de Valencia y nos convenció para jugar a Fantasy. Me encargó que le imprimiera un ejército del caos entero para poder jugar ya que no era de aquí y no tenía ejércitos en casa. Se hizo el ejército buscando la lista más porculera y culoduro que haya visto yo en mi vida, nos ganaba siempre en 2-3 turnos y sorpresa, jamás pintó ni una miniatura (no le gustaba pintar decía). Cuando llevábamos dos o tres partidas con él, decidimos dejar de quedar con él, no disfrutábamos y acabábamos siempre enfadados. Yo no quiero eso para algo que me hace disfrutar de verdad.
Por eso creo que somos muchos a los que lo que nos gusta no es competir, sino pasar un rato agradable, darle forma a un trasfondo, luchar con el héroe que nos hemos inventado y es el general de nuestro ejército. Muchas veces parece que somos simplemente unos románticos, unos idealistas que no entendemos «de que va eso de las batallas de miniaturas». A todos los que pensáis que simplemente somos unos carcas y que no queremos competir porque «somos malos jugando», «no sabemos crear buenos ejércitos», quitaos esa idea de la mente, simplemente tenemos una visión diferente a la vuestra.
¿Entonces que pasa con la gente a la que no nos gusta todo esto?
Un refugio contra la prisa
Vivimos en un mundo que gira cada vez más rápido, que no nos deja tiempo ni para respirar. Este hobby nació como todo lo contrario: una invitación a parar, a disfrutar, a crear.
Cinco años después de escribir mis primeras reflexiones, sigo convencido de lo mismo:
la única manera de ser felices en este hobby es tomárnoslo con calma.
Bienvenidos a La Forja.
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